Confiar o no confiar en algo o en alguien es el día y la noche. Tengo una amiga que definió a su marido como un sillón mullido en el que sabía que siempre se sentiría bien. Puede que ella no vaya a ganar el premio al romanticismo, pero sí a saber detectar qué es lo esencial. Hay amigos y familiares que también te hacen sentir así. Sabes que están, que te acompañan y que, de forma consciente, jamás harían algo que pudiera decepcionarte. De entre muchos valores, mi preferido es la confianza. Porque te permite mirar hacia delante con la sensación de que tienes las espaldas cubiertas.