El sueño y las ilusiones de
Francisco Comesaña, de 20 años, no son muy diferentes de los de otros jóvenes deportistas que buscan trascender en su disciplina elegida. Por distintos motivos, varios quedan en el camino luego de intentarlo con mayor o menor énfasis. Otros, en cambio, consiguen superar esa barrera invisible que, también por múltiples razones, suele interponerse como obstáculo insalvable. No es sencillo. Hay que
aceptar sacrificios, soportar las frustraciones, estar lejos de los afectos, en muchas ocasiones subsistiendo como se pueda. Hay que estar
preparado física y mentalmente, además de contar con el incondicional apoyo familiar. Todo esto puede aplicarse a cualquier deporte. En el caso de este joven marplatense, se trata del tenis y, acaso, por cierta naturaleza solitaria de esta disciplina, incluso hasta resulte