Un altar de los druidas en mi jardín
e. v. pita
La huerta del monasterio de Celanova esconde secretos que se remontan a milenios: su capilla mozárabe es famosa por señalar los
equinoccios y, a 10 metros, hay una roca con un escalofriante detalle que delata ¿sacrificios?
17 jul 2021 . Actualizado a las 09:22 h.
Nunca un pequeño jardín ha acumulado en tan pocos metros tantos misterios que se remontan a la Alta Edad Media, a la época castrexa y quizás al megalitismo. La huerta de los novicios del monasterio benedictino de Celanova podría pasar por
el Stonehenge gallego por dos motivos. Por un lado, su capilla sirve de calendario astronómico, pues en cada equinoccio (el día y el sol duran lo mismo, lo que marca el inicio de la primavera y el otoño), los rayos del astro rey cruzan alineados los ventanucos de la minúscula capilla de San Miguel, una joya de estilo mozárabe construida hace casi 1.100 años por el fundador San Rosendo. Este observatorio medieval atrae cada marzo y septiembre a los fotógrafos.