Para atajar el impacto de los peajes el Gobierno luso tuvo que echar mano de algunas medidas. A nivel práctico –con gestiones al más alto nivel en una Cumbre Ibérica mediante– los gallegos consiguieron ya en 2013 que sus dispositivos de telepeaje, los OBE, sirviesen para pagar en los pórticos de Portugal. Sin embargo su política más contundente fue la tarifaria, la reducción de los precios. En 2016 el Ejecutivo aplicó en parte de su red de carreteras una primera bonificación y a principios de 2021 volvió a introducir otra, diseñada especialmente para los usuarios frecuentes.