Los novios vigueses no quieren esperar más. El procastinamiento forzoso al que se han visto sometidas las parejas desde que la pandemia entró en escena, ha llegado a su fin. El respiro de las restricciones ha traído consigo el lleno absoluto de las agendas de restaurantes y organizadores de bodas, que ven acelerado el ritmo que se había frenado en seco hace dos años. El número de bodas en Vigo no ha aumentado significativamente.