28/07/2021 00:10
Hace muchos años que dejé de utilizar relojes. Me pesaban y dejaban marcas en la muñeca, que prefería ir ligera, a diferencia de dos de mis dedos, tan acostumbrados a los anillos que los reclaman de forma física, como si los dejara indefensos si salgo a la calle sin ellos. Casi siempre adivino la hora que es, y, en cambio, me cuesta leer los mapas. No sé si lo he inventado, pero creo recordar que era una habilidad –al igual que saber cuándo iba a llover– de alguno de mis antepasados. Leer el cielo y llevar un reloj dentro del cuerpo, no podía aspirar a mayor fantasía.