La helada y la granizada que azotaron a Omereque dejaron un millar de familias en la ruina, endeudadas y sin recursos para recuperar sus cultivos. Además, la ayuda que les enviaron es ínfima. Tomás Guzmán, un afectado, perdió el 100 por ciento de sus cultivos de tomate en la granizada de abril. Invirtió 10.400 bolivianos en cuatro sobres de semilla para 1,5 hectáreas. En su afán de recuperarse del desastre, volvió a sembrar en mayo la misma extensión con otros cuatro sobres de semilla de tomate, pero la helada del 30 de junio acabó con su huerta y con su ilusión de reponerse de sus pérdidas.