La Prensa forma parte de Nadie pone en duda que la pandemia de Covid-19 ha tenido muchísimas consecuencias a todos los niveles. No solo humanos y sanitarios, sino también a nivel social y económico. Es más, las consecuencias reales de esta distopía global muy probablemente las sepamos con precisión en diez o quince años, cuando ya se hayan estudiado todo lo que ha provocado y sus ramificaciones. Una de las dificultades en este sentido es que se hace muy fácil afirmar cosas como “con esto de las cuarentenas y los confinamientos, van a morir más personas de hambre que de Covid”. Objetivamente, no hay una forma real de medir de manera precisa cuánta gente morirá por la crisis económica provocada por las medidas sanitarias de cada país. Además, como cada quien ha hecho básicamente lo que se le ha ocurrido, no tenemos como comparar con parámetros controlados todos los países o regiones. Porque no es lo mismo levantar la restricción de circulación o el uso de mascarillas en Países Bajos, donde hay sistemas de salud y transporte públicos muy eficientes, que en países latinoamericanos, donde no hace falta describir lo que tenemos.