En la política del mínimo esfuerzo, todo vale un tuit y un tuit cuesta cero euros. Rociíto cuenta sus malos tratos contra reembolso en una televisión casposa, tuit entusiasta del ministerio de Igualdad. Matan a una mujer delante del colegio donde trabaja, tuit del ministerio de Igualdad y minuto de silencio. Matan a otra quemándola viva, tuit de la ministra y algún retuit de frases lapidarias. Las afganas son abandonadas a su suerte por los afganos y por los gobiernos del mundo, incluido el español, hilo de tuits del ministerio de Igualdad. Una joven de 19 años denuncia que tres hombres de nacionalidad marroquí la drogan y violan reiteradamente en Formentera, después de torturarla quemándole el cuerpo con cigarillos y con cucharillas incandescentes y como es ferragosto no se ha producido de momento ningún tuit de condena de las más altas instancias feministas nacionales. Lo que sí ha ocurrido es que a los dos arrestados por la Guardia Civil por esta brutal agresión la jueza los ha dejado en libertad con cargos y sin fianza, con algunos requerimientos cautelares como no salir de Ibiza o retirarles el pasaporte, mientras se busca a un tercero que anda en paradero desconocido. Según fuentes judiciales se han dictado estas medidas poco menos que risibles «ante la falta de pruebas fehacientes». Para mí que el mensaje que nuestro sistema está enviando a la pobre chica es que entierre el asunto, aunque catorce horas de martirio y violencia grupal no resulten tan fáciles de olvidar. Parecía que tras la Manada de los sanfermines habían cambiado cosas, pero fue un espejismo, porque las cosas cambian cuando las gobernantes muerden y no solo ladran. Suerte que el Consell de Formentera ha decidido personarse en la causa como acusación particular. Porque las pruebas fehacientes que se necesitan para que los sádicos violadores no transiten tan campantes por las calles se consiguen con inversiones: más investigadores, más medios para los investigadores, más forenses, más fiscales, un abogado de inmediato al lado de cada posible víctima pagado con nuestros impuestos. Yo sí te creo, en la tierra y no en la red. Más dinero y menos tuits.