03 de agosto 2021 , 08:00 p. m.
Son más que suficientes los argumentos y hechos históricos que demuestran que los grandes cambios democráticos que ha experimentado el país estuvieron acompañados por una fuerte movilización y participación ciudadana, y que nadie ni nada logra detener el empuje arrollador de la protesta social, que solo cesa cuando se logran los objetivos propuestos.
En este sentido, recordemos un hito: el acuerdo para convocar la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, que consagró la carta política que nos rige. Sin duda obedeció a las grandes movilizaciones sociales y al papel protagónico de los estudiantes y jóvenes con el movimiento llamado ‘séptima papeleta’, sumado al angustiante pedido de grandes sectores sociales para detener baño de sangre que conmocionaba al país, producto de las acciones del paramilitarismo y el narcotráfico, sumados los asesinatos y desapariciones masivas de líderes políticos y sociales, los desplazamientos masivos y el exilio voluntario que asumieron muchos actores de la vida nacional.