15.07.2021 Viene a cuento recordar aquella carta del Director Pueyrredon a San Martín, enterado que viajaba en coche desde Mendoza a Buenos Aires después de Maipú en la que le decía: ``Sin embargo que usted me dice que no quiere bullas ni fandangos, es preciso que se conforme a recibir de este pueblo agradecido las demostraciones de amistad y ternura con que está preparando''. Después de exponerle las tareas en que se había puesto el Cabildo de preparar ``la carrera de su entrada con arcos y adornos al héroe de los Andes'', finalizaba que ``es pues de absoluta, de indispensable necesidad, que Ud. mida sus jornadas para entrar de día; y que desde la última parada me anticipe Ud. un aviso de la hora a que gradúe debe llegar para que el Estado Mayor General, etc., etc., salgan a recibirlo a San José de Flores'', donde ya estaba ubicada una división de artillería y adonde debía concurrir una comisión. Le daba también la posibilidad que de desechar el carruaje y desear hacerlo de a caballo, Pueyrredon le iba a enviar uno suyo. Pero San Martín tan ajeno a cualquier demostración, entró a la ciudad a las cuatro de la mañana.