Los sismos, los terremotos, los cataclismos y todo ese tipo de movimientos tectónicos que han llevado a opinar a algunos que la tierra no es un planeta habitable, demuestran que el mundo no está terminado o que su existencia es un permanente hacerse. Frase que, aunque parezca rara, tiene ciertas connotaciones políticas. Pues la política es, antes que nada, movimiento. Allí donde la política termina de moverse, desaparece. Un mundo políticamente congelado es ideal de dictadores, un ideal ptolemaico en contraposición al copernicano, que no solo postuló el heliocentrismo sino, además, anticipó la visión relativa a que no solo la tierra se movía sino que la vida es el movimiento (energía) y el movimiento es la vida. No otra es la tesis central de la obra de Galileo