Las fosas canadienses albergan miles de sueños inconclusos Ana María Ferreira* Una historia trágica Entre finales del siglo XIX y finales del siglo XX, los indígenas canadienses estuvieron obligados a mandar a sus hijos a internados estatales administrados por la Iglesia católica para integrarlos a la cultura occidental y blanca que predominaba y predomina en Canadá. Casi todos los países del continente americano vivieron procesos similares al independizarse, pues las nuevas repúblicas buscaban consolidar una identidad nacional homogénea —lo cual implicaba que todos los ciudadanos hablaran el mismo idioma, profesaran la misma fe y se adhirieran a los ideales de la civilización, la modernización y la industria—. Aparentemente, el progreso no tenía —¿ni tiene? — espacio para la diversidad ni la diferencia.