La cocina de la abuela, el calor de hogar 4 de julio de 2021, 1:33 El ingeniero de origen francés don Carlos Le-Maure, que hacia los años de 1780 se encontraba construyendo el Camino Real en las inmediaciones de Bembibre —donde residía y donde le nació un hijo—, descubrió vetas o filones de carbón mineral (antracita) en un paraje cercano al Monasterio de San Juan de Cerezal, junto a la cuesta que llaman ‘del Morueco’. Incluso llegó a planificar un canal para su transporte desde Villagatón a Segovia. El canal nunca llegó a realizarse, ni siquiera se inició. Del convento sólo quedan unos informes paredones en el pueblo de Cerezal de Tremor y un escudo episcopal que se encuentra en la Casa Rectoral de Bembibre. Sin embargo, sí se empezó a utilizar aquel carbón en las cocinas, sustituyendo a las de leña con sus trébedes, morillos (caballetes de hierro que se ponían en el hogar para sustentar la leña) y pregancias (cadena, también de hierro, para colgar los potes sobre el fuego).