Aun ciudadano de andar por casa, el dilema entre quedarse sin ministerio de Defensa o sin luz no le merece ni un átomo de reflexión, puede fundirse todo el blindaje de los ejércitos siempre que la bombilla siga encendida. De ahí que sorprenda la parálisis, ante la factura desbocada, de un Gobierno electrizante por tantos conceptos. El saqueo de la plebe con cargas anejas a la vivienda se organizó en cuanto los ciudadanos se desengancharon del yugo esclavista de las hipotecas. No fue accidental que los constructores asaltaran las eléctricas en masa, para desviar al megawatio los beneficios extraídos hasta entonces del megaladrillo.